Había una vez una zorra que llevaba casi una semana
sin comer, había tenido muy mala suerte, le robaban las presas y el gallinero
que encontró tenía un perro guardián muy atento.
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Ciertamente estaba muertecita de hambre cuando
encontró unas parras silvestres de las que colgaban unos suculentos
racimos de doradas uvas.
—Al fin va
a cambiar mi suerte, —pensó relamiéndose—, parecen muy dulces. Se puso a
brincar, intentando alcanzarlos, pero se sentía muy débil, sus saltos se
quedaban cortos los racimos estaban muy altos y no llegaba. Así que se dijo:
—Para que perder el tiempo y esforzarme, no las quiero, no están maduras.
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miércoles, 10 de diciembre de 2014
LA ZORRA Y LAS UVAS
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